Me encantan los bares en los que cuando pides un café te regalan un caramelico o algo. Y si, además, el sobre de azúcar es grande y lleva mensaje detrás, pues mucho mejor. Esto mismo pasa en el Bar Carreras, del que algún día hablaré por aquí. A las siete menos algo de la mañana paro todos los días a tomar uno de los mejores cafés que se sirven por la zona: solo, negro, espeso, con un dedo de crema.
Coges el sobre y lo lees, a ver que te ha tocado hoy. Aunque suene extraño, hay veces que cuando estoy llegando me entra la intriga: ¿qué pondrá el sobre de hoy? ¿será uno repetido? En fin, que estoy un poco pallá pero como dice un gran amigo mío: me la pela.
Aquí algunos de los que he conseguido rescatar. Tenía más, pero mi mala cabeza me hizo olvidarlos en un pantalón que se lavó con ellos dentro.
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